miércoles, 24 de marzo de 2010

Hecha la ley...

Anda Europa entera dando saltos de alegría porque, por fin, el presidente de los Estados Unidos ha obligado a los norteamericanos a hacer algo que muchos no hacen, sencillamente porque no les da la gana: hacerse un seguro médico.

Los medios de comunicación propagan a los cuatro vientos que el presidente menos blanco (que no es lo mismo que "negro") de la historia de los Estados Unidos ha aprobado algo llamado "reforma sanitaria", asumiendo automáticamente que supone algo así como la instauración de una especie de sistema de salud público y universal (que no es lo mismo que "gratuito") a cargo del estado.

Como suele suceder en los medios de comunicación que llevan más de tres décadas diciéndonos que todo va cada vez mejor (para unos pocos, indudablemente) mientras todo va cada vez peor (para todos los demás), nada más lejos de la realidad.

1- En primer lugar, no se ha instaurado ningún sistema público y universal de salud con cargo al estado. Lo que ha hecho el presidente de los Estados Unidos es obligar, por decreto-ley, a todos los norteamericanos a comprarse de su bolsillo un seguro médico, y a una compañía aseguradora privada.

2- Las compañías aseguradoras, en los Estados Unidos (y no me pregunten por qué, porque creo que no es necesario tener mucha imaginación para saber la verdadera razón) están exentas de cumplir las leyes antimonopolio.

3- Ya es de por sí sospechoso que el gobierno, por narices, te obligue a hacerte cliente (bajo amenaza de multa o cárcel) de una empresa privada. Pero aún más sospechoso es que te obligue a hacerte cliente de una serie de compañías que controlan un sector en el que el libre mercado (que teóricamente posibilitaría el ofrecimiento de mejores productos a menor precio debido a la competitividad) es inexistente (lo cual me recuerda que "liberalismo" y "libre mercado" son dos expresiones que nada tienen que ver entre sí; si van de la mano es por accidente, no porque el segundo sea consecuencia inevitable del primero).

4- Cuando decenas de millones de personas son obligadas a hacerse clientes de un oligopolio, las compañías que lo forman pueden, sin ningún problema, ponerse de acuerdo entre sí para ofrecer basura a precio de oro sin dejar opción alguna al cliente, que les tiene que comprar el producto de todas formas.

5- El resultado será, por tanto, que millones de familias norteamericanas se verán obligadas a comprar, a precios prohibitivos, seguros médicos sin que, además, tengan la opción de decidir qué tipo de seguro quieren. Muchas familias que desearán un seguro que cubra, simplemente, lo más básico, se verán obligadas a comprar seguros que cubran cosas importantísimas para un progre con ático en el Greenwich Village en Manhattan (por ejemplo: aromaterapia, masajes, etc.), pero no para una familia de la clase media que tiene que andar haciendo equilibrios presupuestarios para llegar a fin de mes.

6- Con esta ley, lo que los norteamericanos tienen asegurada, por tanto, no es la atención sanitaria, sino la compra de un seguro médico. Ninguna garantía tiene el norteamericano que se rasca el bolsillo a mayor gloria de su presidente de que la compañía aseguradora, cuando llegue el momento, cumplirá en lugar de escaquearse (y el que quiera, que las lleve a juicio, si después de gastarse la pasta en el carísimo seguro médico obligatorio y lleno de trampas que permiten a la compañía no cumplir, le queda dinero para pagar a un abogado durante los años que durará el proceso judicial)

7- Esto es, para que lo entendamos todos, como si Zapatero mañana obligase por ley a todo el mundo a comprarse un Mercedes o un BMW (y no se lo imaginen demasiado, porque lo veo muy capaz), y luego dijese "¿Véis qué bien se vive en España gracias a mí, que todo el mundo conduce un Mercedes o un BMW?. Y lo peor no sería semejante sandez; lo peor sería que Mercedes y BMW, si todos tuviésemos que comprarles un coche por decreto-ley, se podrían permitir el lujo de darnos gato por liebre, o chatarra a precio de coche de lujo (o de torearnos y no darnos nada, directamente, con excusas dilatorias interminables).

8- En resumen, la "reforma sanitaria" no es más que un gigantesco plan de rescate del oligopolio de compañías aseguradoras de los Estados Unidos (compañías aseguradoras que - nadie se sorprenderá por esto, imagino- fueron generosísimas contribuyentes a la campaña electoral del presidente al que había que votar por el color de su piel para demostrar que no eras racista). Y por "plan de rescate" entiéndase "robo masivo disfrazado de compra obligatoria de un producto".

9- El progrerío anda, además, encantado con cosas como, por ejemplo, que el plan de rescate de las aseguradoras no permitirá a estas compañías rechazar a ningún cliente por padecer alguna enfermedad preexistente. Falso. No son las compañías las que no pueden rechazar a los clientes, son los norteamericanos los que no podrán rechazar a las compañías aseguradoras.

10- Pero el detalle definitivo que nos indica a todos de qué estafa monumental estamos hablando es el siguiente: el gobierno, los congresistas, los senadores y el personal de la Casa Blanca están exentos de la obligación de comprarse un seguro médico. Como dice el autor del blog Left Coast Rebel, si es tan bueno ¿cómo es que ellos se autoexcluyen de la obligación de tenerlo?.

El presidente Obama dijo que, mientras firmaba la ley, se acordó de su madre. Se puede afirmar sin temor a equivocarse que se acordó de la misma persona de la que se estaban acordando, seguramente, decenas de millones de norteamericanos en ese momento.

4 comentarios:

Conrad López dijo...

Después del maravilloso engendro de la Reserva Federal, lo que me sorprende es que hayan tardado tanto en llegar a este punto.

En cualquier caso, los signos de que estamos llegando a un punto álgido de la historia se multiplican y aceleran. Este me parece uno más.

aukeran dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
aukeran dijo...

Una recomendación http://c4ss.org/

Conrad López dijo...

Felicidades, Museros.

¡Verdaderamente ha resucitado!

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